Lo que aprendí de mi peor jefe: Liderazgo

“Dónde están esas coj#%as que aún no traen lo que les pedí!”, gritaba M, asomando medio cuerpo por la puerta de la sala donde se llevaba a cabo un comité de gerencia general. 

En un acto reflejo, la secretaria de gerencia llamaba angustiada al anexo de la oficina del equipo para decirles que su jefa las estaba llamando a gritos.

Yo era una de esas mal llamadas “coj#%as”, que habíamos recibido la orden de preparar una presentación 30 minutos antes del inicio de ese comité, pero que no teníamos idea de cómo hacerla, puesto que no se trataba de un tema de nuestra  especialidad. Sin embargo, gracias al temor, no habíamos sido capaces de preguntar a nuestra jefa a qué se refería con el pedido, ni cómo debíamos hacerlo.

¿Cuáles fueron los efectos de tener un mal jefe?

Recuerdo que en aquel periodo de mi vida laboral, sufrí de continuas taquicardias que fueron diagnosticadas como un cuadro de estrés por mi médico. Paralelamente, una de mis compañeras tuvo la presión alta por las mismas razones. Éramos muy jóvenes e inexpertas para procesar e interactuar con el “vendaval de pasiones” que era nuestra jefa y nunca se nos pasó por la mente que renunciar era una alternativa de solución al problema.

¿Quieres saber lo que aprendí de mi peor jefe?

Aprendí mucho, en lo técnico y en su espectacular manejo comercial para cerrar ventas, pero lo que más aprendí fue lo que NO se debe hacer cuando tienes un equipo a cargo.

Te comparto algunos de mis aprendizajes:

1a lección: Comunica de manera clara tus expectativas

La gente no tiene una bola mágica para leerte la mente y saber exactamente cómo te gustan las cosas. Sobre todo al inicio de la relación laboral, necesitas tomarte el tiempo de clarificar lo que esperas recibir a detalle. Ya con el tiempo, el equipo va conociendo tu estilo y tus necesidades, entregándote lo que necesitas sin tener que explicarte demasiado.

2a lección: Jamás hables con tu gente desde la cólera o el apasionamiento

Recuerdo una vez en que nos llamó la atención, seguro que fue con justa razón, pero escuchar frases como “se los digo suave para que no se les despinten las uñas” o “Porque son delicaditas” fue demasiado para mi. 

Recuerdo que ese día sentí tanta cólera contenida, mientras escuchaba la recatafila de comentarios descalificadores, que al terminar la reunión mis uñas habían dejado marcas en la palma de mis manos por lo fuerte que cerré mis puños por debajo de la mesa.

Cuando alguien de tu equipo no funciona como esperas habla en privado, jamás en público. Primero reconoce sus fortalezas y luego céntrate en lo que no he llegado a la expectativa y explica cómo esperas que sean las cosas de ahora en adelante, cierra con un voto de confianza. 

Jamás personalices, ni etiquetes. Cuida la dignidad de las personas.

3a lección: Respeta los tiempos personales

Recuerdo que nadie pasaba cerca de la puerta de la oficina de M. a las 7pm, porque estaba más que claro que de sólo verte te llamaría y te asignaría más trabajo. 

Como mecanismo de defensa todos desarrollamos el hábito de salir por la puerta trasera y lo más sigilosamente posible.

Recuerdo que los almuerzos de trabajo eran frecuentes y que, incluso, se supone que debíamos estar agradecidos porque la empresa invitaba la comida.

Respeta las horas de entrada, almuerzo y salida. No dispongas del tiempo de almuerzo de tu equipo sin antes consultarles sí es posible reunirse a esa hora, tu gente tiene derecho a desconectarse a medio día.

No des encargos de último minuto, programa las cosas pensando en que tu equipo tenga el tiempo de hacerlas bien y que goce de equilibrio personal laboral. 

Esta historia corresponde a varios años atrás. Cuando la he contado alguna vez, mis colegas me han dicho que he tenido mala suerte. Muy al contrario, yo creo que tuve buena suerte, porque experimenté directamente lo que sucede con los equipos cuando no hay un liderazgo adecuado y eso me enseñó más que todos los libros que he podido leer.

– Luz María Vinces Clarke es especialista en Gestión de Calidad de servicio, Experiencia del Cliente y del Colaborador.

61 comentarios en “Lo que aprendí de mi peor jefe: Liderazgo”

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